Testimonio de familia vegana (caso de vegefobia)

bebé vegano

Hace unos días, recibimos este mail de una paciente nuestra y, con su permiso, hemos decidido compartirlo contigo.

En esta profesión hay que ser humilde y, si no se sabe algo, se acepta y se mejora pero, en ningún caso, se puede juzgar a la persona porque las palabras de un profesional sanitario pueden tener un impacto muy grande sobre el paciente.

«Buenos días, gracias por vuestro compromiso con este tema. Os cuento: llevo a S desde los dos meses a este hospital porque le hice un seguro de Adeslas expresamente con este fin, ya que el servicio de salud público está siempre colapsado y me da reparo que la bebé tenga que estar tan expuesta al virus cuando vaya a las revisiones y vacunas. Además, me habían hablado bien de la pediatra del hospital X, la doctora Y.

La primera cita (diciembre) fue bien, me dio buena impresión por ser de trato dulce conmigo y con la nena. Le hizo una revisión y puso las primeras vacunas. Me dio cita para enero, pero como solamente era revisión y estábamos en plena ola del virus, la cancelé y pedí cita para febrero. En febrero le hizo revisión y puso la segunda tanda de vacunas. Y quedamos para marzo.

En marzo solo era revisión. Me dijo que estaba la niña de maravilla, que va creciendo mucho y que la ve muy bien. Lo mismo que me había dicho en las citas anteriores. Antes de irme, me dio unas hojas sobre el inicio de la AC, por lo que decidí comentarle que S iba a ser vegana como su madre. Automáticamente, le cambio la cara y el humor. Se puso seria y me dijo rápidamente: Bueno, eso no es así. La niña no debe ser vegana porque no es bueno para su desarrollo. Mínimo hasta la adolescencia, sería perjudicial. Le pregunté por qué motivo y me dijo que le iban a faltar proteínas. Le contesté que existen muchas proteínas de origen vegetal. Continuó poniendo mala cara. Le dije que S iba a tener una nutricionista y me dijo: Si, mejor, porque yo de eso no sé nada. Y habrá que hacerle más seguimiento del normal. Me dio cita para abril y me fui. Ya no se despidió cariñosamente, como en las otras ocasiones. Me hizo sentir ya discriminada desde ese momento.

El día 13 de abril, a las 19:50, después de reflexionar muchísimo sobre si volver a su consulta o cambiar de pediatra, decidí hacer lo segundo. Además, en ese momento pensaba que tenía la opción de solicitar como pediatra al jefe del departamento de pediatría del hospital público comarcal, que me habían dicho que trabajaba allí también (y de hecho en el cuadro médico de Adeslas 2021 aún figuraba, también). 

Llamé al hospital y la recepcionista, después de decirme que este doctor ya no trabaja con ellos, me pasó con una enfermera de pediatría, que es la que agenda las citas. La enfermera, al darle los datos de la bebé, me preguntó si no tenía ya cita. Le contesté que si, pero que había decidido cambiar de pediatra, y le expliqué el motivo. Le dije que la pediatra, cuando le dije que mi bebé iba a ser vegana, me dijo que era peligroso. La enfermera, con tono totalmente prepotente, me contestó: es que es verdad!. Me puse nerviosa, pero en ningún momento le falté al respeto ni le dije nada malo, únicamente le referí que mirase lo que decía al respecto la AEP, que era totalmente posible llevar una dieta vegana desde el inicio hasta el final de la vida. Y mientras aún estaba yo hablando, me interrumpió y me dijo: yo no voy a mirar nada. Y ahora te voy a pasar con otra persona, porque estás siendo maleducada, así que te paso con otra persona y coges cita con quien te dé la gana. Le dije: ¿perdona? Y me cortó la llamada, pasándola a un contestador automático, de los que te piden que esperes hasta ser atendido.

Estuve esperando unos minutos y después colgué y volví a llamar. La recepcionista, escuchó lo que me había pasado y sin darle ninguna importancia, me dijo: bueno, yo estoy atendiendo al público, ¿qué quieres?, ¿poner una reclamación? Le dije: bueno, pues igual sí (todavía no me lo había planteado, la verdad). Y entonces me dijo: pues ven y pones la reclamación. Adiós.

Después de esto me sentí fatal por cómo me había tratado la enfermera, en primer lugar, por hablarme en ese tono y no querer escucharme (hablaba por encima de mí, para no oír mis argumentos), ni informarse sobre la verdad por su cuenta (tranquilamente dijo que ella no tenía que leer nada). Y en segundo lugar, después de todo, llamarme maleducada, con todas las letras, a mí que pocas veces en mi vida lo he sido, sinceramente. Y colgarme sin más, con ese pretexto.

Para más inri, la recepcionista se mostró indiferente, escuchando lo mal que yo me sentía, solo me dijo: pues ven y pones una reclamación. Y estoy segura de que pensó algo así como: no nos hagas perder el tiempo y con esa reclamación no vas a conseguir nada. 

Me he quedado muy angustiada por este trato, ya que en D no hay más pediatras que pasen consulta con Adeslas. Tendría que desplazarme 40 minutos en coche hasta el hospital más cercano que sí lo hace. Así que ahora estoy en una situación complicada, ya que después de esto no me apetece llevar a mi bebé allí ni cruzarme con esta enfermera y recepcionista. Así que de momento, voy a volver a la pediatra de la seguridad social. Que, por lo menos, educada es.

Ya me decís algo, muchísimas gracias por estar ahí, de verdad.

¡Saludos!»

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